El tres de abril de 1919, el Consejo de Ministros, presidido por el conde de Romanones, aprobó un real decreto que, en su artículo 1º, decía: “La jornada máxima legal será de ocho horas al día o cuarenta y ocho semanales en todos los trabajos a partir del 1º de octubre de 1919”. España se convertía así en uno de los primeros países de todo el mundo en oficializar una de las reivindicaciones históricas del movimiento obrero, la jornada de ocho horas, para todos los trabajadores, sin distinicón de sectores y actividad.

El conde de Romanones, presidente del Consejo de Ministros
El conde de Romanones, presidente del Consejo de Ministros.

Esta conquista fue un resultado directo de las movilizaciones sindicales que desde principios del mes de febrero tuvieron lugar en Cataluña, y en especial en Barcelona, donde una huelga iniciada por los trabajadores de la Traction, Light and Power Company, la principal abastecedora de electricidad de la ciudad, conocida popularmente como La Canadiense, y dirigida por el sindicato CNT, se convirtió con el paso de los días en una huelga general que llegó a paralizar durante dos semanas toda actividad en la Ciudad Condal, a pesar de la declaración del estado de guerra y el encarcelamiento masivo de sindicalistas.

La Canadiense, en la avenida del Paral·lel de Barcelona
La Canadiense, en la avenida del Paral·lel de Barcelona.

El 17 de marzo, el comité de huelga y el Gobierno firmaron un acuerdo en el que este aceptaba la práctica totalidad de las reivindicaciones sindicales, incluido el establecimiento de la jornada de ocho horas, además de la liberación de los presos y la readmisión de los trabajadores despedidos de La Canadiense. El pacto fue sometido al referendo de los trabajadores en una multitudinaria asamblea convocada por la CNT en la plaza de toros de las Arenas, en la cual, tras la decisiva intervención del líder cenetista Salvador Seguí, fue aprobado de forma mayoritaria.

Plaza de toros de las Arenas. Barcelona
Plaza de toros de las Arenas. Barcelona.

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