El que sabía de arte, el crítico oficial que le había dedicado un “tocho” a las vanguardias era Guillermo de Torre. Era muy joven cuando publicó Literaturas europeas de vanguardia. Fue en 1925 y tuvo la mala suerte para él de coincidir con el libro que el filósofo al que todos leían y respetaban, José Ortega y Gasset, tituló La deshumanización del arte. Y lo devoró. En la actualidad pocos conocen la existencia del primer libro, mientras que el segundo fue una bomba intelectual para la época: no solo agitó el panorama cultural español, sino que volteó el tablero de lo que se entendía por arte hasta entonces.

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