Aunque cueste imaginar, de Miguel Servet, el primer europeo descubridor de la circulación pulmonar, único personaje quemado tanto por católicos como protestantes, teólogo y defensor de la tolerancia, no existía ningún documento fechado antes de 1531. Y mucho de su infancia y juventud lo completábamos con declaraciones que había realizado décadas después, durante los juicios a los que le sometieron sus perseguidores, tanto la Inquisición francesa, en Viena del Delfinado, como el Petit Conseil ginebrino.
Recientemente, sin embargo, la fortuna ha sonreído a los entusiastas de su figura: se han encontrado trece documentos nuevos de la tercera década del siglo XVI relacionados con este genio, que nació, en realidad, hacia 1506, y no 1511. Y aunque de etapas anteriores seguimos sin poseer ni un solo dato, las nieblas de su pasado comienzan, gracias a ellos, a disiparse, dejándonos entrever lo que a grandes rasgos le ocurrió a Servet a partir de sus doce años y por qué la Inquisición buscaba, en 1532, si circulaban libros en Zaragoza de Lutero o del “maestro” Revés.
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