El 16 de diciembre de 1740, Federico II de Prusia conducía un ejército de 27.000 hombres de Brandemburgo a través de la escasamente defendida frontera de la Silesia Habsburgo. Pese a las condiciones invernales, los prusianos barrieron la provincia, encontrando solo una débil resistencia por parte de las fuerzas austriacas. A finales de enero, solo seis semanas más tarde, prácticamente toda Silesia, incluida la capital Breslau, estaba en manos de Federico. La invasión fue la acción política más importante en la vida del monarca.
Se trató de una decisión tomada solamente por el rey, en contra de la opinión de sus diplomáticos decanos y de sus consejeros militares. La conquista de Silesia modificó de manera permanente el equilibrio político del Sacro Imperio Romano y lanzó a Prusia al peligroso y desconocido mundo de la política de las grandes potencias. Federico era plenamente consciente del efecto de choque que su ataque tendría en la opinión internacional, pero apenas podía prever las transformaciones que en Europa se desplegarían a partir de esa fácil campaña invernal.
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