El XIX español fue un siglo convulso que vio muchos horrores, pero también logros de los que podemos sentirnos orgullosos. Uno destacado, por su rareza en la Historia Universal, fue la elección democrática de un rey, algo que en la época era casi una contradicción en los términos. Tras la Gloriosa Revolución de 1868 que destronó a Isabel II, se celebraron elecciones por sufragio universal, lo cual ya era un hito.
Se formaron así Cortes constituyentes, que no solo redactarían una Constitución liberal, sino que votarían la persona más adecuada para ocupar el trono, una elección a la que se presentaron libremente varios candidatos e, incluso, se sometió a escrutinio la forma de Estado, pues los republicanos, principal partido de la oposición parlamentaria, votarían por la república.
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