El mariscal Walther von Brauchitsch, comandante en jefe del Alto Mando del ejército alemán, sufrió un amago de infarto; el general Franz Halder, planificador de la Operación Barbarroja, lloró desesperadamente, y Fedor von Bock, jefe del Grupo de Ejércitos Centro, protestó enérgicamente cuando Hitler dio la orden, el 21 de agosto de 1941, de dar prioridad a la conquista de Kiev y posponer la toma de Moscú. De nada sirvieron los esfuerzos de Heinz Guderian para intentar hacerle cambiar de opinión.
¿Qué razones motivaron la decisión del Führer? “Probablemente”, explica David Solar en este número, “Hitler conocía la situación real de Alemania y del Ostheer mejor que sus generales, muy optimistas tras sus apabullantes victorias” y buscó en Kiev un éxito que cambiara el curso de los acontecimientos y le sirviera para asentarse en una ubérrima región cerealista y carbonífera, privando, al mismo tiempo, de tales recursos a Stalin.
Al relato del avance y cerco alemán sobre la capital ucraniana, a su defensa “hasta el último hombre” por el Ejército Rojo y a la dureza del combate en torno a la ciudad dedicamos la portada de un número, el 283, que pone de manifiesto que fue en el actual territorio de Ucrania donde se libraron algunas de las batallas más sangrientas –Járkov, Odesa, Sebastopol, Kerch…– de la II Guerra Mundial.
Una amplia panorámica sobre los regímenes de ocupación que el III Reich estableció en toda Europa y la fractura social que generaron; un artículo sobre la independencia de Grecia del Imperio otomano; el recuerdo de la victoria de los tercios en la batalla de Bicoca, en Italia, ante el ejército francés, y un Dossier sobre el bicentenario de las diputaciones provinciales, vertebran, entre otros muchos temas, el ejemplar.
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