Fernando de Austria fue un héroe crepuscular, un personaje brillante en épocas calamitosas, que murió en el cénit de su carrera, cuando España más necesitaba de sus dotes militares y políticas. Como el legendario Aquiles, estuvo destinado a una vida gloriosa y corta. Con tan solo veinticinco años demostró ser un líder militar, un hábil negociador y un gobernante respetado en toda Europa. Su prematura muerte marcó el ocaso definitivo de la rama hispana de la Casa de Austria y quebró las esperanzas de una España que, pese a todas las adversidades, resistía contra viento y marea rodeada de enemigos.
Nacido el 16 de mayo de 1609 en San Lorenzo de El Escorial, don Fernando fue el tercer hijo varón de Felipe III y Margarita de Austria-Estiria, lo que le predestinaba a ser un segundón en la línea real sucesoria, toda vez que su hermano mayor (Felipe IV) tenía reservado el trono. En realidad el infante nunca conocería a su madre, ya que esta murió de una infección puerperal, después de que la reina tuviera ocho partos en poco más de diez años, un ritmo de nacimientos frecuente en la época.
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