Cuando Clara Campoamor nace, un 12 de febrero de 1888, nadie hubiese podido imaginar el futuro que le esperaba. Y es que la España en que veía la luz esta hija de una familia de la mesocracia madrileña poco tenía que ver con aquella en la que va a desarrollar sus años de mayor actividad y activismo, sobre todo respecto a la situación de su sexo. Era aquel «tiempo bien triste para la mujer», diría María Lejárraga andando los años.
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