En las dos últimas elecciones presidenciales de Afganistán, celebradas en 2014 y 2019, ninguna mujer se presentó como candidata, a diferencia de lo ocurrido en los comicios de 2004 y 2009, así como en las elecciones parlamentarias. Quizá en un amago de realismo porque cualquier mujer en Afganistán es consciente de que, por mucha campaña que haga, es imposible que gane unas elecciones presidenciales en un país tan sumamente conservador y machista.
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