Cuando se conoció la cantidad de hombres que se rescataron en Dunkerque se extendió por la isla y por todo el Imperio la sensación de salvación y de alivio inmenso, casi de triunfo. El regreso de la flor y nata de nuestro ejército fue un momento culminante de nuestro peregrinaje por años de derrota (…). Pero Dunkerque tuvo un lado más oscuro. Habíamos perdido todo el equipo del ejército, al que se habían destinado todos los primeros frutos de nuestras fábricas. Tendrían que pasar muchos meses antes de que pudiéramos recuperarnos de esta pérdida”, recordaba el primer ministro británico, Winston Churchill, en sus Memorias.
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