No hay peor discurso que esos sermones que la gente endilga por nada. Pero mi auxilio está en Dios; frente a los hombres, mi libertad. Aquel que profese otra creencia perderá esta vida así en este mundo como en el futuro; pues los que se esfuercen en ser los primeros, un día sabrán del terremoto que los derribará”. Así termina Ibn Siná (980-1037), el gran médico y filósofo musulmán más conocido en Occidente como Avicena, la Risala del Pájaro, una epístola sobre el destino del hombre dirigida a un escogido grupo de amigos y discípulos, que destaca entre sus tratados místicos y esotéricos.
Firme en sus creencias y orgulloso de su independencia como maestro, la escribió ya en la madurez, en un crítico momento de su agitada vida, cuando se encontraba confinado en Hamadán a causa de los enfrentamientos políticos en aquel emirato.
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