En la noche del 27 de febrero de 1933, se reunían para cenar, en el distinguido restaurante del Herrenklub, el vicecanciller alemán Franz von Papen y el presidente Paul von Hindenburg. Era un lugar concurrido por la aristocracia, la burguesía adinerada y los políticos conservadores, que tenían el Reichstag a la vista; un local exclusivo, caro, apropiado para los negocios y las conspiraciones. Pocos minutos después de las 21 horas se produjo un revuelo en el local.
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