Tal como ha señalado acertadamente Greenwald (2011), Puccini logró desarrollar un estilo internacional influenciado por la ópera francesa y alemana, además de heredar el espíritu de la tradición escénica romántica de Italia. El público le confió un gran reconocimiento y sus obras se convirtieron en objeto de estudio desde los comienzos de su carrera: un momento álgido se alcanzó con la publicación de Carner (1958) y, desde entonces, ha aumentado exponencialmente el interés por el operista italiano, destacando las investigaciones de Girardi (2001), Schickling (2005), Budden (2020) o Wilson (2024).
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