Las fuentes escritas de la época y los restos materiales nos han transmitido una imagen bastante fehaciente del vestido y la indumentaria habitual de la sociedad romana. Independientemente del poder adquisitivo del individuo y de la calidad de las telas o de los adornos, en todo momento pervivieron unos rasgos fundamentales comunes a todas las prendas.
La vestimenta utilizada por la sociedad romana fue muy sencilla y, como norma general, el atavío consistía únicamente en dos o tres prendas, además del calzado. Las ropas variaban en el material, el estilo y el nombre según la época, si bien sus formas no cambiaron durante la República y los comienzos del Imperio.
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