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rancia estaba sumida en una profunda crisis económica y social desde comienzos de los años treinta. El crac estadounidense de 1929 llegó a Francia dos años después, provocando una gran depresión económica que se materializó en una caída de la producción y de las exportaciones, deflación, pérdida de poder adquisitivo y aumento del paro y de las bolsas de pobreza.
Todo ello había conducido a un descrédito de la democracia parlamentaria. Los sucesivos gobiernos se habían visto incapaces de reconducir la situación, mientras que los extremismos de uno y otro signo veían con admiración los modelos totalitarios del fascismo italiano, el nacionalsocialismo alemán o el comunismo soviético.
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