Libros como este son necesarios en nuestra historiografía marítima para situar las cosas en su justa medida y poner algunas otras en su sitio. Una gran parte de dicha historiografía ha señalado que, en el siglo XVIII, España y su Armada habían quedado como una potencia secundaria en el panorama internacional. No es cierto. La España, que ya gobiernan los borbones, había dejado de ostentar el rango de primera potencia, que había mantenido hasta mediados del XVII, pero eso no significaba ser una potencia secundaria. Tanto franceses como británicos buscaron la alianza con España porque tenerla como aliada suponía romper el equilibrio que había entre ambas potencias en su disputa por la hegemonía. Para más abundamiento, señalemos, como Torres Sánchez señala en su obra, que en esta centuria el imperio español no sólo siguió siendo el más extenso del planeta, sino que fue el único que creció territorialmente.
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