A mediados del verano de 1519, Fernando de Magallanes tenía preparadas las cinco naves y dispuestas sus tripulaciones para emprender el viaje alrededor del mundo, tal cual le había encargado el rey Carlos. A comienzos de agosto ya se había acordado el reglamento del viaje, que incluía la prohibición expresa de que hubiera mujeres embarcadas, el código de señales para comunicarse entre las naves armadas para la expedición y el orden de navegación.
También se habían pactado los privilegios de los que gozaría Fernando de Magallanes, nombrado “Adelantado y Capitán de la Armada para el descubrimiento de la Especiería”, que incluían el monopolio de la ruta por diez años, la facultad de nombramiento de gobernadores en las tierras descubiertas, un 5 por ciento de las ganancias del viaje y unas cuantas prebendas más.
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