Hacia 1890 Melilla era una ciudad de tan solo poco más de 3.000 habitantes sobre una extensión muy escasa que apenas penetraba de la costa hacia el interior. Parte de ellos eran los que habitaban el penal militar, a los que había que añadir sus guardianes, y los cuatro o cinco centenares de miembros del ejército que formaban la guarnición, por lo que la población civil era tan solo de unas 2.000 almas. De hecho, tanto Ceuta como Melilla se llamaban “presidios”, porque las únicas tropas permanentes que existían en ambas ciudades eran las disciplinarias.
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