Robert Oppenheimer, director científico del proyecto Manhattan.

“Ahora he devenido muerte, el destructor de mundos”. Esta célebre cita del texto sagrado hinduista Bhagavad-gītā en boca de Robert Oppenheimer se suele señalar como la gran muestra de su arrepentimiento por haber creado las bombas atómicas que arrasaron Hiroshima y Nagasaki. Estas palabras no fueron una reacción inmediata de Oppenheimer a los bombardeos atómicos –las pronunció veinte años después en un documental de la NBC–, pero sí que pueden considerarse una advertencia si no se controlaba el poder desatado.

Nada en la infancia o la juventud de Oppenheimer hacía presagiar su protagonismo en un momento clave de la historia. Vino al mundo el 22 de abril de 1904 en el seno de una familia acomodada de judíos de Nueva Jersey (EEUU). Su padre, Julius, había emigrado desde Alemania en 1888 y supo adaptarse rápidamente a la vida en los Estados Unidos y labrarse una buena situación económica. Tras estudiar Física en las mejores universidades, Oppenheimer se doctoró en 1927. El magnetismo de sus clases atrajo a muchos estudiantes.

Hasta 1934, el físico no demostró gran interés por la política, y no leía la prensa. Como él mismo reconoció, se enteró del crac bursátil de 1929 seis meses después, en una conversación informal con el futuro premio Nobel Ernest Lawrence. Pero a lo largo de la década de los años treinta Oppenheimer se implicó cada vez más en causas políticas, sobre todo contra los nazis, convencido de que la causa más urgente era lograr la bomba nuclear para derrotar a Hitler y a sus aliados cuanto antes. Su proximidad a la izquierda hizo que el FBI lo investigara posteriormente por pertenencia al Partido Comunista, aunque Oppenheimer nunca militó en él.

En el número 298 de la revista de historia La Aventura de la Historia (agosto de 2023), ya en quioscos, repasamos la trayectoria y contradicciones (el físico siempre defendió su investigación en la IIGM, pero se sintió engañado al ver que, una vez rendido Japón, EE UU no puso coto a la creación de más armas nucleares, postura que lo condenaría al ostracismo público) del responsable científico del proyecto Manhattan, que en 1945 alumbró la primera bomba atómica de la Historia y cuya figura recupera la nueva película de Christopher Nolan.

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