1640-1668, España pierde Portugal: cañones y diplomacia

Aunque militarmente nada hacía presagiar que el conflicto fuera a prolongarse mucho tiempo, españoles y portugueses se enzarzaron en incontables asedios y escaramuzas durante casi tres décadas. Recorremos los escenarios bélicos y subrayamos el destacado rol que desempeñaron Inglaterra y Francia a la hora de poner fin a la unión de las dos coronas ibéricas

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El Portugal de los Felipes terminaba, en la mañana del 1 de diciembre de 1640, con el asesinato en Lisboa del secretario de Estado Miguel de Vasconcelos, el destierro de la duquesa de Mantua, última virreina, y miles de voces aclamando a don Juan IV de Braganza como nuevo monarca portugués.

La propaganda bragancista durante las décadas siguientes presentó el suceso como un alzamiento popular y espontáneo, no como una conjura, una reacción política o una revolución programada. Así pareció entenderse también en Castilla. El cronista Matías de Novoa escribía que “toda la tierra producía monstruos de sedición” en Cataluña y Portugal, criticando a un gobierno desnortado que pensaba que todo quedaría en unas alteraciones promovidas por la locura de unos conjurados en favor del duque de Braganza.

La batalla de Montijo, librada entre españoles y portugueses el 26 de mayo de 1644 en Badajoz, en un panel de azulejos del Museo Militar de Lisboa

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Felipe Vidales del Castillo
Felipe Vidales del Castillo
Doctor en Historia.

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