Unos bisontes rojos pintados sobre la pared de una caverna; un grabado de unos arqueros disparando flechas en el abrigo de una cueva; un yacimiento que hace replantear el «árbol genealógico» del ser humano… El hombre moderno conquistó la Tierra hace más de cincuenta mil años, y desde entonces no ha dejado de invertir esfuerzos en su tarea de inventar nuevos mundos simbólicos. Ideas, pensamientos y formas de expresión que podemos encontrar en un sinfín de lugares y sobre multitud de soportes. Arte figurativo y abstracto que va más allá de la percepción de los sentidos. Las pinturas y los grabados rupestres son las narraciones visuales que seguramente mejor muestran la evolución cultural humana, aunque no las únicas.
Escenas de la vida cotidiana, creencias o preocupaciones copan las paredes de cuevas y superficies rocosas de todo el mundo. Un universo de objetos pintados y esculpidos que son expresión viva de sistemas de representación muy complejos, formas y contenidos de una riqueza sorprendente. Y el valor arqueológico de la España prehistórica es una realidad incuestionable. A continuación, recorremos la península y viajamos a las islas para descubrir diez lugares donde el ser humano dejó sus primeras huellas.
1. Tito Bustillo
La cornisa cantábrica esconde algunas de las mayores joyas prehistóricas de Europa. En 2008, la UNESCO incluyó en su lista de Patrimonio de la Humanidad a un conjunto de 18 cuevas muy representativas del arte rupestre. Entre ellas está la de Tito Bustillo, un yacimiento descubierto en 1968 en el concejo asturiano de Ribadesella con elementos anteriores a la cultura magdaleniense.
La cueva conserva 12 conjuntos con una rica variedad de pinturas y grabados de signos, animales y representaciones antropomorfas, datadas entre 22.000 y 10.000 a.C., aunque por cuestiones de preservación y accesibilidad solo es visitable la sala del Panel Principal de la cueva.
No obstante, quien desee conocerla mejor tiene la posibilidad de «adentrarse» en el resto de galerías a través del Centro de Arte Rupestre, donde pueden contemplarse reproducciones de las pinturas, recreaciones de los conjuntos y una exposición permanente. La entrada al centro viene incluida en el precio de la visita a la cueva, a la que no pueden acceder más de 15 personas por sesión.
Visitas de miércoles a domingo (10:15-17:00). Entrada general 7’34 € y reducida 5’30 €
2. Cueva de Altamira
Pero entre todas las cuevas de la cornisa cantábrica preservadas por la UNESCO hay una que brilla con luz propia: Altamira. Considerada la joya de la corona del arte rupestre de la península ibérica, los bisontes, caballos, ciervos o manos misteriosas representados en sus paredes fueron grabados entre 35.000 y el 13.000 a.C., convirtiéndola desde 1985 en uno de los espacios artísticos conservados más importantes de la Prehistoria. En la cueva pueden observarse pinturas y grabados que van desde el Magdaleniense medio hasta el Gravetiense e incluso al comienzo del Auriñaciense, según las últimas pruebas realizadas con series de uranio.
El acceso al interior, no obstante, sigue siendo restringido. El Programa de Investigación para su conservación preventiva y accesibilidad, puesto en marcha hace más de un año, solo permite que se adentren en la cueva, durante 37 minutos y una única vez a la semana, cinco personas. Cinco «afortunados» que se eligen por sorteo cada viernes para contemplar, en persona y bajo un estricto protocolo de iluminación e indumentaria, los bisontes que, por ejemplo, decoran la sala de polícromos del yacimiento.
A los que no tengan tanta suerte siempre les quedará la Neocueva, una réplica artificial sin trabas de aforo en la que puede verse una reproducción de las obras de arte dejadas por nuestros antepasados. Esta reconstrucción científica está ubicada en una de las salas del Museo Nacional y Centro de Interpretación de Altamira.
Visitas al museo de martes a sábado (9:30-20:00) y domingos (9:30-15:00). Entrada general 3 €, reducida 1’5 € y gratuita para menores de edad, pensionistas, universitarios y parados
3. Roca de los Moros
En el arco mediterráneo de la península encontramos conjuntos pictóricos que también son Patrimonio Mundial, pero que, en comparación con los de la cornisa cantábrica, se realizaron en un período de tiempo más próximo a nuestra era. Uno de los primeros en descubrirse fue la Roca de los Moros (Roca dels Moros) de El Cogul, en la comarca catalana de Les Garrigues (Lérida). Es una cavidad que alberga en sus paredes más de 40 figuras pintadas y alrededor de 200 grabados.
Destacan representaciones de animales y cazadores con arcos, datados entre los años 7.000 y 100 a.C., así como manifestaciones de arte esquemático atribuidas a grupos neolíticos. También pueden verse inscripciones de época ibérica y romana, aunque la mayor parte de ellas son ilegibles. La muestra más original de la roca es una escena de danza compuesta por una decena de mujeres rodeando a un hombre desnudo.
Para las visitas hay empresas vinculadas al recinto arqueológico que organizan rutas guiadas
4. Prado del Navazo
El arte rupestre levantino también tiene un gran protagonismo en Aragón. De la sierra turolense de Albarracín emerge una superficie de cuatro kilómetros cuadrados teñida por grabados y grandes figuras blancas de animales, un claro contraste con el típico color rojizodel resto de pinturas del arco mediterráneo. El Prado del Navazo, datado entre 7.000 y el 4.500 a. C, es un abrigo en el que las representaciones de grandes bóvidos se erigen como protagonistas, lo que hace que el espacio reciba también el nombre de «Los Toricos del Navazo«.
En la zona hay 16 abrigos visitables, pero no son los únicos dentro del Parque Cultural de Albarracín. Todos están señalizados, vallados, con calcos y mesas de interpretación. Además, cerca del lugar hay un pequeño centro con información sobre las técnicas, los estilos, la temática y los conjuntos de pintura rupestre conservados en la zona.
Las visitas son libres, pero hay una compañía que ofrece rutas guiadas por la zona en fines de semana y festivos
5. Cueva de los Caballos
Un grupo de arqueros disparando flechas a una manada de ciervos nos da la bienvenida al interior del barranco de la Valltorta, un paraje del Maestrazgo con un rico ecosistema animal y vegetal en la localidad castellonense de Tirig. Se trata de una de las representaciones más importantes del arte rupestre levantino. Y seguramente es la escena más atractiva de la Cueva de los Caballos(Cova dels Cavalls), un Monumento Artístico Histórico desde 1924 ubicado en un espacio natural de difícil acceso compuesto por una veintena de abrigos o cuevas poco profundas con forma de cornisa.
Las pinturas halladas son un reflejo de las preocupaciones religiosas y los modos de vida de unos individuos que empezaron a dejar su impronta en las paredes de la cueva hace unos 7.000 años. A medio kilómetro del barranco está el Museo de la Valltorta, donde los visitantes pueden apreciar una reproducción a tamaño natural de la cueva y obtener información sobre las técnicas que utilizaron los autores de las pinturas que decoran el interior de la cavidad.
Visitas de martes a domingo a mediodía saliendo desde el Museo de la Valltorta. Entrada a la cueva gratuita
6. Yacimiento de Atapuerca
Pero el arte prehistórico no solo es rico en la cornisa cantábrica y la fachada levantina. Uno de los yacimientos más importantes, ya no de España sino del mundo, lo encontramos en el interior peninsular. Atapuerca, en Burgos, es el lugar que ha llevado a los expertos a replantearse el «árbol familiar» de nuestra especie. Patrimonio de la Humanidad desde 1997, el visitante puede acercarse a la secuencia de la evolución humana en Europa a través de la Trinchera del Ferrocarril (compuesta por la Sima del Elefante, el Complejo Galería y la Gran Dolina), un paso artificial de roca caliza abierto en la sierra a principios del siglo pasado donde la huella del hombre se remonta cientos de miles de años atrás.
Para acceder a los yacimientos es obligatorio utilizar los autobuses que parten desde el Centro de Acceso a los Yacimientos (CAYAC), el Centro de Arqueología Experimental (CAREX) o desde el Museo de la Evolución Humana (MEH), espacios que permiten contextualizar y complementar la visita.
Visitas mañanas y tardes de martes a domingo (excepto el MEH que cierra el fin de semana). Entrada entre 6 y 4 €, según el recinto a visitar, edad o situación laboral
7. Peña Escrita
Avanzando hacia el sur desde Atapuerca, la Cueva de Peña Escrita, a cuatro kilómetros de Fuencaliente, Ciudad Real, ampara un importante conjunto de pinturas rupestres esquemáticas del Calcolítico y la Edad de Bronce. Entre las más de 100 representaciones que alberga la cavidad, sobresalen unas figuras antropomorfas de 20 y 30 centímetros en rituales y escenas de caza con tonos rojos y ocres. La cueva fue declarada Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico Artístico Nacional.
El recinto está al aire libre y es accesible a cualquier persona durante todo el año, aunque hay una empresa que organiza visitas guiadas y talleres en la zona.
8. Cueva de La Pileta
Y todavía más al sur, en la localidad malagueña de Benaoján, encontramos un yacimiento prehistórico con arte parietal datado entre los años 28.000 y 8.000 a.C. Es la Cueva de La Pileta, un Bien de Interés Cultural desde 1985, utilizada por los cazadores-recolectores paleolíticos también como lugar de enterramiento, en cuyas paredes predominan figuras animales.
Las visitas están limitadas a un máximo de 25 personas por pasepara minimizar el impacto de los visitantes. El recorrido se realiza siempre con un guía y no hay iluminación eléctrica instalada, por lo que se provee a los visitantes de lámparas portátiles.
Visitas diarias de 10:00 a 13:00 y de 16:00 a 18:00. Entradas para adultos 8 €, estudiantes en grupo y niños 5 € (no aconsejable la entrada para menores de 11 años)
9. Naveta des Tudons
En Baleares y Canarias no se han encontrado pinturas rupestres paleolíticas, pero sí un importante legado arqueológico. De hecho, uno de los monumentos de la Edad del Bronce más destacados de Europa se encuentra en Menorca. Es la Naveta des Tudons, una construcción funeraria de época pretalayótica -primera manifestación cultural prehistórica balear- en la que se realizaban enterramientos colectivos de individuos pertenecientes a una misma comunidad.
A mediados del siglo pasado, un grupo de arqueólogos halló en su interior los restos de un centenar de individuos. Y aunque hay algunas cuevas funerarias -no visitables- en los alrededores, se trata de un megalito único, construido entre 1.200 y el 750 a.C. con grandes piedras encajadas entre ellas sin mortero. Contemplado desde el exterior, el recinto presenta forma de nave invertida, circunstancia que motivó su nombre original. Por motivos de conservación y de seguridad no está permitido acceder al interior de este monumento.
Visitas gratuitas los lunes de 9:00 a 14:30. De martes a domingo accesos a la naveta de 9:00 a 20:30. Entrada general 2 €, reducida 1’20 € y gratuita para niños y pensionistas
10. Cueva Pintada
Por su parte, el archipiélago canario conserva un yacimiento histórico, anterior a la conquista e incorporación a la Corona de Castilla en el siglo XV, y que supone un testimonio único de la pintura realizada por las sociedades aborígenes que habitaban sus islas. La Cueva Pintada de Gáldar, en la capital prehispánica de Gran Canaria, fue descubierta en el siglo XIX sobre material volcánico.
Los últimos estudios realizados sobre sus murales confirman que la cámara tiene al menos 1.000 años de antigüedad. Además de las paredes, decoradas con frisos de motivos geométricos, llama mucho la atención el poblado que se ha descubierto a su alrededor tras varios años de excavaciones arqueológicas.
Visitas de martes a sábado de 10:30 a 19:30 horas. Domingos y festivos de 11:00 a 19:00 h. (última visita guiada a las 17:30 h.). Entrada general 6 €, estudiantes menores de 23 y pensionistas 3 € y gratuita para menores de edad, desempleados y otros colectivos
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