Pocas figuras como la de Andrés Borrego (1802-91), por su longevidad y capacidad de iniciativa, atravesaron con tanta fuerza el siglo XIX español. Aunque menos celebrado que Martínez de la Rosa o Alcalá Galiano, con ellos compartió el anhelo de transformar la vida pública desde posiciones templadas pero profundamente reformistas, lo que a menudo le acarrearía el desprecio de moderados y progresistas.
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