El atleta canadiense Ben Johnson batió el récord del mundo de 100 metros y mostró una enorme superioridad sobre sus rivales, pero todo fue una mentira.
El atleta canadiense Ben Johnson batió el récord del mundo de 100 metros y mostró una enorme superioridad sobre sus rivales, pero todo fue una mentira.

Todo el mundo estaba pendiente de la final de los 100 metros lisos en los Juegos Olímpicos de Seúl. Iba a escribirse el capítulo definitivo de la rivalidad que venían manteniendo Carl Lewis y Ben Johnson por saber quién era el hombre más rápido del planeta.

El marco olímpico daba especial enjundia al enfrentamiento, en el que el canadiense destrozó a su oponente con una marca estratosférica: 9,79 segundos, récord del mundo. Sin embargo, el día 27, la decepción se adueñó del mundo del deporte: en el control antidoping, Ben Johnson había dado positivo por consumo de estanozonol y había sido descalificado y desposeído de la medalla de oro.

Fue como quitar la venda de los ojos a un mundo ensimismado por la mejora constante de las marcas atléticas y los récords. El doping era un hecho, y a partir de ese momento se intensificó la lucha por erradicarlo, al igual, eso sí, que la aparición de nuevas sustancias, en una carrera sin fin que sigue escribiendo episodios año tras año, competición tras competición.

El actual récord del mundo de la prueba de 100 metros lisos en atletismo lo tiene el jamaicano Usain Bolt, con una doble marca de 9,58 segundos establecida el 16 de agosto de 2009 en el Mundial de Berlín y de 9,63 segundos, el 5 de agosto de 2012, en los Juegos Olímpicos de Londres.

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