El fenómeno de la brujería continúa siendo uno de los episodios más enigmáticos y perturbadores de la historia occidental. A pesar de los innumerables estudios que se le han dedicado en las últimas décadas, los investigadores no se ponen de acuerdo en sus interpretaciones, a menudo contradictorias. Sí puede afirmarse que, hoy en día, para la inmensa mayoría, la persecución de la brujería representa el símbolo por excelencia del fanatismo, la intolerancia y la barbarie. También es cierto que, como el momento más intenso de la caza de brujas se produjo a finales del siglo XVI y comienzos del XVII, tendemos a pensar que todo aquello queda muy lejos de nuestra sensibilidad actual; que fue producto de un tipo de pensamiento irracional que hemos superado. Sin embargo, conviene no olvidar que la historia tiende a ser escrita por los vencedores –en este caso, las clases educadas que dejaron de creer en la realidad de la brujería–, y también que todavía en pleno siglo XXI siguen cometiéndose horrores similares e incluso mucho peores.
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