Hay raros momentos en la Historia en que realidad y poesía se confundieron, en que el arte visual imitó la imaginación del poeta y los hombres acabaron actuando bajo la influencia de unos versos cantados. La curiosa historia del escudo beocio, del escudo del Dipylon y del escudo en forma de ocho, que enlazó pasado y presente, el siglo V con el XIII a.C., realidad y poesía, refleja quizá uno de esos momentos.
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