En 1713, Gibraltar pasó a manos de los ingleses de manera formal, en virtud del Tratado de Utrecht. En dicho acuerdo se establecieron diversos condicionantes sobre la situación en que quedaba la plaza, referidos a cuestiones de tipo territorial, jurisdiccional, comercial e incluso social. Se señalaba, por ejemplo, que lo cedido a los ingleses se reducía a la ciudad, más el puerto, así como a las defensas y fortalezas que pertenecían a la plaza, pero sin jurisdicción territorial ni comunicación por tierra. Se decretó también que sus aguas territoriales quedarían limitadas a aquellas hasta donde alcanzase una bala de cañón disparada desde su castillo.
Este contenido no está disponible para ti. Puedes registrarte o ampliar tu suscripción para verlo. Si ya eres usuario puedes acceder introduciendo tu usuario y contraseña a continuación: