Contemplamos impotentes cómo los graves problemas que aquejan a nuestra sociedad se están enterrando bajo la basura que amontonan, con sus egoísmos personales y su afán de lucro y poder, individuos de la clase política, llamada precisamente a solventarlos. La corrupción no es algo nuevo en la Historia. Otras épocas, otras sociedades han sufrido coyunturas semejantes, que pueden servir de reflexión y advertencia. Es el caso de la República romana.
Este contenido no está disponible para ti. Puedes registrarte o ampliar tu suscripción para verlo. Si ya eres usuario puedes acceder introduciendo tu usuario y contraseña a continuación: