Un joven licenciado en Historia decidió, durante su paso por la Universidad, dedicarse a la política. La llevaba en la sangre. Su abuelo había dedicado su vida a la política local y él era un bullicio de ideas, intentando hacer de su país algo diferente a lo que estaba siendo en aquel momento. Se introdujo en la legislatura y empezó a controlar los entresijos de su partido. Pronto consiguió alcanzar sus objetivos.
Era un joven con futuro, pero con algunos obstáculos importantes en su carrera. No dejaba de ser un emigrante y, por tanto, sin pedigrí. Muy pronto intentó introducirse en la primera línea y recibió un correctivo por parte de los guardianes de la fe de su partido. Recogió velas y se refugió. Y cuando se preparaba de nuevo para intentar otra vez el asalto al Ejecutivo, una grave enfermedad lo postró en la cama durante dos años.
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