En el incomparable marco de una de las plazas más evocadoras de Roma, la plaza de España, se puede admirar la sede de aquella que, con todo rigor, puede ser considerada hoy en día la misión diplomática más antigua del mundo, la embajada de España ante la Santa Sede. Esta primacía fue obtenida por la embajada española en el momento en que la República de Venecia, primer estado en designar un embajador permanente propio ante la corte pontificia, finalizó, tras su disolución en 1797, sus representaciones diplomáticas.
Asimismo, la embajada de España ante la Santa Sede ostenta otro récord, el de mantener, más que cualquier otra misión diplomática en el mundo, su ubicación a lo largo de los siglos en el mismo edificio, el palacio Monaldeschi, en la actualidad conocido como palacio de España.
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