Camerún evoca una tierra lejana y exótica. Allí nació en 1880, en Mvolyé, un curioso personaje con el nombre de Ntsama Atangana, que desde niño entró en contacto con la cultura occidental gracias a los padres palotinos, instalados en Kribi. Con ellos, el joven Atangana aprendió alemán, matemáticas, geografía e historia y fue bautizado como Karl. El Camerún era por aquel entonces un complejo puzle étnico-cultural, y las autoridades coloniales alemanas se sirvieron de Atangana para mantener la paz social en la colonia. Los alemanes empezaron a confiar en él y lo becaron para que completara su formación en la metrópoli. Allí Atangana estudió ingeniería y visitó distintos centros, como el Instituto Colonial de Hamburgo.

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