A lo largo de la época napoleónica y sobre todo en los primeros años de la Restauración borbónica a partir de 1815, el proceso de Luis XVI, que conmovió al mundo, fue un asunto muy comentado. Pero con el tiempo las incidencias irreverentes y crueles ligadas a la prisión del rey en la Torre del Temple desaparecieron de las páginas de las historias de la Revolución. Fueron demasiado vergonzantes como para recordarlas. Tal vez porque, como en su día señaló Madame de Staël, “la condena de Luis XVI conmovió hasta tal extremo todos los corazones que la Revolución se consideró maldita durante muchos años”.
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