En 218 a.C., en el contexto de la segunda guerra púnica, poco después de su llegada a Ampurias, Cneo Cornelio Escipión desembarcó en la actual Tarragona y fundó una base militar, que acabaría convirtiéndose en la más importante de la Hispania romana.
A partir de ella se levantó una ciudad amurallada –ya en el siglo V a.C. existía en la zona un poblado ibérico– de unos 3.500 metros. Convertida en capital de la Hispania Citerior, Tarraco fue creciendo y, de la mano de Julio César, recibió el título de colonia, probablemente en el año 45 a.C. Desde ella, Augusto dirigió sus campañas contra cántabros y astures de los años 26 y 25 a.C. y gobernó su imperio.
Durante los siglos I y II Tarraco alcanzó su máximo esplendor, amplió su foro (un enorme recinto rectangular de 318 x 175 metros) y se dotó de termas públicas, un circo, un anfiteatro y el llamado templo de Augusto.
Los restos de aquellos monumentos testimonian hoy el pasado de la ciudad. Muchos de ellos se encuentran entre los mejores conservados de la civilización romana, y todos reviven este mes durante la celebración de Tarraco Viva, el festival de cultura especializado en divulgación de la historia de Roma que ha logrado demostrar, en palabras de su director, Magí Seritjol, “que la divulgación de la historia puede resultar apasionante sin caer en la banalización”. Y sobre todo que, “en buena medida, todavía somos romanos”.
La primera edición del certamen Tarraco Viva se organizó en 1999, como apoyo ciudadano a la candidatura de la ciudad a Patrimonio Mundial de la UNESCO. La de este año es la vigésima y aprovechará la próxima celebración de los Juegos del Mediterráneo para rastrear los orígenes del deporte, explicando sus principales manifestaciones en la Antigüedad y su importancia en las culturas clásicas.
Tarraco Viva también dedicará una parte de la programación a actividades enfocadas al rol de la mujer en sus sociedades, vital para comprender “la historia antigua en su totalidad y no solo en la versión de las élites, evidentemente masculinas”, de la época.
La jornada inaugural, el día 13, se abrirá con una recreación de los Juegos de Nemea, uno de los cuatro juegos panhelénicos de la antigüedad (junto a Olímpicos, Ístmicos y Poseidonios), bianuales y que se celebraban en el mes de julio. Y el acto de clausura, el día 27, revivirá el aspecto de las calles de una ciudad romana en un día cualquiera y los personajes (magistrados, buscavidas, albañiles, esclavos, ladrones…), espacios (mercados, baños, bibliotecas…) y situaciones que un visitante podría haberse encontrado al acercarse a ella.
Entre medias, exposiciones, visitas comentadas, encuentros, conferencias, debates, charlas, lecturas dramatizadas, monólogos, conciertos, documentales, jornadas gastronómicas, talleres, actividades escolares, juegos y numerosas recreaciones en las que expertos y especialistas reflexionarán sobre cómo el conocimiento de la Historia, especialmente el pasado clásico, puede ser útil en la actualidad.
*Artículo publicado en La Aventura de la Historia, número 235.