Tras años de trabajo persistente, Howard Carter descubrió el 4 de noviembre de 1922 los primeros peldaños de la escalera que conducía a una tumba faraónica, que con tanto empeño había perseguido. “Al fin realizado magnífico descubrimiento en el Valle. Una tumba espléndida con sellos intactos. Vuelta a cubrir hasta tu regreso. Felicidades”, escribió el arqueólogo un día después a lord Carnarvon, su patrocinador.
Como Carter sospechaba, el hipogeo pertenecía a Tutankhamón, antepenúltimo faraón de la exitosa XVIII dinastía egipcia, que amplió las fronteras de Egipto en Siria-Palestina hasta convertir el territorio en una potencia del Mediterráneo oriental. Poco se sabía entonces del soberano y muchos mitos perviven aún hoy –caricaturizado como un Faraón Niño indolente– sobre su figura.
Cien años después del hallazgo de su sarcófago, tres especialistas estudian en el Dossier de este mes la huella del rey egipcio a partir de sus evidencias documentales y el hito que supuso para la arqueología mundial el descubrimiento de su tesoro.
Un perfil de Miguel Primo de Rivera; el análisis del Ejército Rojo y sus fracasos en numerosos frentes, cuando se prescindió de los “especialistas” y se puso en manos del Partido Comunista, y un artículo sobre la rivalidad entre los toreros liberales y absolutistas durante el Trienio y la Década Ominosa, manifestada a través de los colores que los diestros utilizaban en sus trajes de luces, articulan, entre otros muchos temas, el ejemplar.
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