Los egipcios, ¿tenían mascotas como nosotros? La respuesta es un rotundo sí. Quizá los súbditos del faraón no pudieran acercarse a la tienda de productos animales para comprarle a su perro favorito un hueso de goma con el que mantener entretenidas las mandíbulas o una estructura cubierta de cuerda para desgastar las uñas del felino rey de la casa, pero el afecto existía y tenemos muchos documentos que nos lo demuestran: estelas, textos, pinturas, tumbas e incluso momias. No es de extrañar, pues, en una civilización agraria como la faraónica, el contacto con los animales era una constante de la vida diaria, incluso entre las clases superiores de la sociedad.
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