Hasta 1808, los franceses no conocieron directamente España. La imagen que había en Francia del país que se extendía al sur de los Pirineos estaba fijada de antemano por los supuestos de la Ilustración. Entonces se forjaron muchos de los prejuicios sobre España, la mayoría de los cuales sorprenden hoy por su simplicidad. En sus Cartas persas, Montesquieu, que tanta influencia ejerció en los ambientes intelectuales de toda Europa, expuso la idea de que, en aquel país católico, las personas eran quemadas con más facilidad que la paja por la simple razón de tener distintas creencias religiosas. Para él, la Inquisición era consustancial con los españoles. Tampoco dudó en hablar del odio español a los franceses (font aux Français l’honneur de les haïr).
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