El gran Carlomagno, mi padre,/ me liberó de los árabes,/Y del cielo vida me dio,/ de Meritxell, la gran Madre,/Princesa nací y heredera,/entre dos naciones, neutral/Soy la única hija que queda del Imperio carolingio./Creyente y libre once siglos;/ creyente y libre quiero ser./¡Sean los fueros mis tutores/ y mis Príncipes defensores!/¡Y mis Príncipes defensores” (traducción del himno nacional de Andorra).
En estas estrofas, Andorra proclama con orgullo su origen en los albores de la Edad Media y sus peculiares señas de identidad: dos jefes de Estado, los copríncipes, uno eclesiástico (el obispo de la Seu d’Urgell) y otro laico (el presidente de Francia) y una decidida voluntad de autonomía, cristalizada en su defensa de la neutralidad.
A pesar de sus reducidas dimensiones –468 kilómetros cuadrados en la zona oriental del eje de los Pirineos, lindando con Francia (departamento del Ariège) y España (comarcas catalanas de la Cerdaña, el Alto Urgel y el Pallars)–, Andorra constituye hoy el mayor de los principados independientes europeos y, con una población que supera los 75.000 habitantes, es miembro de la ONU desde 1993, el mismo año en que fue aprobada su primera Constitución democrática.
Este contenido no está disponible para ti. Puedes registrarte o ampliar tu suscripción para verlo. Si ya eres usuario puedes acceder introduciendo tu usuario y contraseña a continuación: