Valladolid, 2 de julio de 1217. En las afueras de la ciudad se proclama al infante Fernando, de unos dieciséis años, como rey de Castilla. Había nacido, probablemente, al inicio del verano de 1201, en un descampado cercano al monasterio de Valparaíso, término de Peleas de Arriba (Zamora). Ello le valdría el sobrenombre de “el Montesino”. El infante recién nacido era hijo del rey leonés Alfonso IX y de la infanta castellana doña Berenguela, hija de Alfonso VIII, el vencedor de Las Navas de Tolosa.
Desde las crónicas medievales, los historiadores de Fernando III, llamado el Santo, han centrado principalmente su atención en las conquistas del monarca en Andalucía, que fueron el aspecto más relevante de su reinado. En cambio, sabemos muy poco de su actividad política y de gobierno, de su obra legislativa o de sus relaciones con las fuerzas políticas del reino, con excepción de la Iglesia. Incluso su actividad repobladora –complemento inseparable de la conquista– ha sido analizada de manera insuficiente.
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