El 11 de mayo de 1819 partió del puerto de Cádiz la llamada División del Mar del Sur, una agrupación de varias embarcaciones que, con destino a Lima, dirigirían sus esfuerzos a frenar los primeros conatos de insurrección que desembocarían en la independencia de los territorios españoles en Latinoamérica. La escuadra estaba compuesta por dos navíos, una fragata de guerra y un mercante: el navío San Telmo, de 74 cañones, construido en 1788 en los astilleros de Esteiro de El Ferrol; el navío Alejandro I, de 74 cañones, uno de los cinco que dos años antes habían sido comprados a Rusia, en tan lamentable estado que poco después de su partida tuvo que regresar a la Península; la fragata Prueba, y la fragata mercante Primorosa Mariana, para el transporte de tropas. El mando de la escuadra recayó en el capitán de navío Rosendo Porlier y Asteguieta, mientras que el mando del San Telmo fue para el gaditano Joaquín de Toledo y Parra.

Retrato de Rosendo Porlier y Sáenz de Asteguieta, brigadier al mando de la División del Mar del Sur. Anónimo, h. 1800.
Retrato de Rosendo Porlier y Sáenz de Asteguieta, brigadier al mando de la División del Mar del Sur. Anónimo, h. 1800. Museo Naval de San Fernando.

Al comienzo de la travesía, los tres buques de la escuadra consiguieron mantenerse juntos. En septiembre intentaron doblar el cabo de Hornos, pero el mal tiempo y las tormentas dispersaron a los buques. Solo las dos fragatas consiguieron, por separado, dar noticia al puerto de destino, El Callao. La Primorosa Mariana informó haberse separado del San Telmo el día 2 de septiembre en la latitud 62º sur y longitud 70º oeste, dejándole con averías en el timón, tajamar y verga mayor. Sin noticias durante casi tres años, el 6 de mayo de 1822 se declaró oficialmente la baja del navío y de sus 644 tripulantes.

Entre 1820 y 1822, los oficiales navales británicos William Smith y James Weddell navegaron cerca de la posible zona del naufragio e incluso aventuraron la posibilidad que algunos de los marinos del San Telmo sobrevivieran un tiempo. Sin embargo, la historia del navío español permaneció casi olvidada hasta que el catedrático Manuel Martín Bueno, de la Universidad de Zaragoza, junto con un grupo hispano-chileno de arqueólogos, geólogos y marinos de la Armada, organizó varias campañas de investigación sobre el terreno entre 1993 y 1995. El objetivo era buscar evidencias que aclarasen este misterioso hecho de la historia antártica. Catalogaron diversas anomalías magnéticas sumergidas que podrían ser cañones y anclas que aún están por bucear. Levantaron la cartografía de esos lugares y, en tierra, encontraron algunos objetos, como restos de maderas y calzado.

"Viaje a la eternidad", relato fantástico sobre el hundimiento del navío escrito por Antonio de San Martín en la segunda mitad del siglo XIX. Museo de San Fernando.
«Viaje a la eternidad», relato fantástico sobre el hundimiento del San Telmo escrito por Antonio de San Martín en la segunda mitad del siglo XIX. Museo Naval de San Fernando.

Las pruebas no son concluyentes, ya que no hay ningún objeto atribuible directamente al barco, pero las evidencias nos dicen que el San Telmo y sus tripulantes pudieron llegar a la costa del continente helado. El mar está lleno de leyendas, y la del San Telmo sigue aún muy viva. El navío permanece bajo las gélidas aguas del continente blanco esperando ser hallado, mientras los 644 marinos españoles reciben con esta exposición su merecido homenaje doscientos años después.

Alicia Vallina

* Reseña publicada en La Aventura de la Historia, número 246.

En memoria del San Telmo: el navío desaparecido en el hielo (1819-1919)

Exposición en el Museo Naval de San Fernando (Cádiz) hasta el 31 de agosto de 2019.

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