Para ser felices, debemos deshacernos de nuestros prejuicios, ser virtuosos, gozar de buena salud, tener inclinaciones y pasiones, ser propensos a la ilusión, pues debemos la mayor parte de nuestros placeres a la ilusión y ¡ay de los que la pierden!”. El texto pertenece al Discurso sobre la felicidad escrito por Émilie du Châtelet hacía 1745. En él se manifiesta el espíritu ilustrado de su autora, que considera la felicidad como una inclinación natural en los humanos, a los cuales se aconseja que la busquen, liberándose de las rigideces de la moral que les impiden vivir según los deseos y pasiones que son razonables.
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