A media mañana del 26 de marzo de 1930 se registraba una inusitada expectación en el puertecito Duca degli Abruzzi, de Génova, al que acudían personalidades de la vida política, social y académica y numerosos periodistas. La atención se centraba en el gran yate Elettra, anclado frente al Yacht Club Italiano. A 18.000 kilómetros de distancia, en Sydney, anochecía y también allí se advertían una emoción y una incertidumbre contenidas. No era para menos: estaba a punto de encenderse la iluminación que inauguraría su gran Exposición Universal.
Lo extraordinario es que el encendido lo iba a efectuar, por medio de señales de onda corta, Guglielmo Marconi, a los mandos de la potente emisora de radio instalada en el Elettra, donde el inventor tenía su laboratorio.
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