Sabía que iba a morir… pero no le importaba. Aquel 2 de mayo de 1808 la orden del Capitán General de Madrid era terminante: las tropas debían permanecer acuarteladas y no juntarse con el paisanaje. Pero el capitán Pedro Velarde no estaba dispuesto a dejar abandonado al pueblo mientras los franceses lo aniquilaban. Si no hacía nada, si seguía con los brazos cruzados, jamás se lo perdonaría.
Este contenido no está disponible para ti. Puedes registrarte o ampliar tu suscripción para verlo. Si ya eres usuario puedes acceder introduciendo tu usuario y contraseña a continuación: