El embrión del nacionalsocialismo se gestó en Múnich tras la I Guerra Mundial. En esa misma ciudad, Adolf Hitler llevó a cabo su famoso Putsch, el fallido golpe de Estado de 1923 que lo envió a la cárcel durante nueve meses. Una década después, el líder del NSDAP creaba en Dachau –a poco más de diez kilómetros de Múnich– el primer campo de concentración nazi. Y desde 1931 hasta el final de la II Guerra Mundial, la urbe más importante del Estado de Baviera, bautizada por el Führer como “Capital del Arte Alemán” y “Capital del Movimiento”, albergó la sede de la dirección nacional del partido.
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