Hay ausencias que dicen más que cualquier presencia, páginas en blanco que nos narran trozos de Historia. La carencia de obras de Rembrandt en el Museo del Prado (sólo posee uno) contrasta con su avasalladora riqueza en la gran pintura del XVII. Para el visitante que desconozca cómo se formó este museo –a partir de la colección real– resulta incomprensible que la primera colección mundial de Rubens y Velázquez no esté acompañada por el tercer genio indiscutible de la pintura barroca.
Este contenido no está disponible para ti. Puedes registrarte o ampliar tu suscripción para verlo. Si ya eres usuario puedes acceder introduciendo tu usuario y contraseña a continuación:






