Klaus Hankel recibió las instrucciones para su primera misión secreta una mañana de diciembre de 1940, en la que la ciudad de Münster amanecía bajo una espesa capa de nieve. El joven de 27 años había sido citado en el Obispado y desconocía la razón, aunque sospechaba que le sería asignado algún trabajo urgente en los hospitales que acogían heridos de guerra, debido a los estudios parciales de medicina que había realizado antes de entrar en el seminario. No fue recibido por el secretario Kässler, como de costumbre, sino por el propio cardenal Von Galen que, tras la invitación a una taza de te y una breve conversación sobre los servicios que había prestado a la Diócesis en los últimos años, le desveló la auténtica naturaleza de su nombramiento como enfermero en el Hospital Johannisstift.
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