En el Libro de las maravillas, se invita al lector “a conocer las diferentes razas de hombres y la variedad de las diversas regiones del mundo”. Esta declaración de intenciones de Marco Polo es tan ecuménica como cautivadora. Nos advierte de que no estamos ante un libro de viajes cualquiera. Nos predispone a fascinarnos con las descripciones de la geografía, la naturaleza y los pueblos que habitaban en aquel Oriente legendario. Nos seduce con prodigios que pasarán a iluminar los mapas medievales. Nos empuja a vivir aventuras fantásticas. De sobra lo supo Cristóbal Colón, apasionado lector de la obra, echándose a la mar ignota para alcanzar las Indias por la ruta del oeste.
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