Tras la gran victoria confederada del general Robert E. Lee en Chancellorsville, el 2 de mayo de 1863, la Guerra Civil estadounidense se encaminaba a su momento culminante. Aunque los federales empezaban a controlar el Mississippi de sur a norte (hasta la conquista de Vicksburg el 3 de julio), todas las miradas seguían fijas, como desde hacía dos años, en la lucha que mantenían en el teatro de operaciones occidental el Ejército del Potomac (bajo la dirección del general federal George H. Meade desde el 27 de junio) y el Ejército confederado del Norte de Virginia, que desde el 16 de junio volvió a cruzar el Potomac y llegó hasta Pensilvania, en un intento por alejar la guerra de Virginia y obligar a la Unión a librar una batalla decisiva que podría precipitar el reconocimiento de la Confederación por las potencias europeas y cambiar el curso de la guerra. Pero Gettysburg lo cambió todo.
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