Al margen de su obra literaria, de la vida de Hemingway nos ha llegado una serie de aspectos que resaltan su carácter intempestivo, su vanidad, su exhibicionismo, su bravuconería, su narcisismo… Su pasión por el boxeo, la caza, la pesca, los toros, la guerra… Su afición a las juergas, el alcohol y las mujeres. Su militancia antifascista y su defensa de la República española. Una existencia aparentemente llena de contradicciones en la que contrasta su desbordante vitalidad con su fascinación por la violencia, por la muerte. En el fondo de todo ello se escondía un carácter depresivo que guardaba un respetuoso temor a la muerte, razón por la que nunca podía dormir a oscuras.
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