Desde 1923, el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) venía celebrando sus jornadas del partido, una exhibición de fuerza con un doble propósito: fomentar el sentimiento de solidaridad colectiva entre sus integrantes –su sentido de camaradería– y proyectar en la opinión pública alemana un mensaje de regeneración nacional –vale decir, racial.
Se trató de eventos organizados de forma irregular, puesto que durante la República de Weimar no tuvieron lugar todos los años –tan solo en 1923, 1926, 1927 y 1929–, fueron de duración variable –dos, tres o cuatro días–, en diferentes meses del año –enero, julio y agosto– y escenificados en diferentes ciudades –Múnich, Weimar y Núremberg–. Todo cambió con el ascenso de los nazis al poder en 1933.
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