Nací en Braunau Aminn el 20 de abril de 1889, hijo del funcionario de aduanas Alois Hitler. Mi enseñanza consistió en cinco cursos en la Volksschule y cuatro en la Unterreaschule. Mi ambición de joven fue ser arquitecto y creo que si no me hubiera acaparado la política, no hubiese practicado ninguna otra profesión. Probablemente sabrá que perdí a mis padres antes de cumplir los 17 años y, sin recursos y con solo ochenta coronas cuando llegué a Viena, tuve que ganarme el pan como cualquier obrero. Aún no tenía 18 años cuando trabajaba como peón en la industria de la construcción y en el curso de dos años ejercí casi todos los trabajos de un jornalero. Mientras tanto estudiaba, en la medida de mis posibilidades, las historias del Arte, de las Civilizaciones y de la Arquitectura, ocupándome por entonces solo incidentalmente de problemas políticos…”.
Esta es la versión que Adolf Hitler ofrecía de su origen, formación y adolescencia en una carta escrita en 1921. Pura manipulación de la realidad adaptándola a sus intereses. La verdad es que procedía de una familia de clase media de finales del siglo XIX. Su padre, Alois Hitler, era un funcionario de aduanas del Imperio austrohúngaro; su madre, Klara Pölzl, descendía de una familia de pequeños propietarios agrícolas de la región austríaca del Inn, muy cerca de las fronteras de Alemania y de Bohemia/Moravia, por lo que el presiente Hindenburg le llamaba despectivamente “el cabo bohemio” (o, mejor, el mariscal diría Gefreiter, es decir, soldado de primera, que es lo que realmente fue Hitler en la Gran Guerra).
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