Julián Grimau, madrileño nacido en 1911, se había afiliado en tiempos de la II República al Partido Republicano Federal. Cuando estalló la sublevación participó en el asalto al cuartel de la Montaña, fue luego a combatir al Guadarrama y poco después ingresó en la policía –su padre había sido comisario en Barcelona– y en el Partido Comunista. Destinado también en la capital catalana, ascendió a jefe de la brigada de Investigación Criminal y participó en la represión del POUM y de los anarquistas tras los sucesos de mayo de 1937 y, por supuesto, en la de la quinta columna franquista.
Estuvo en su puesto hasta la evacuación final de 1939, luego huyó a Francia. Su mujer e hija se quedaron en España, pero murieron al poco tiempo. Por su parte, él se marchó a México y Cuba con su padre, y en 1947 regresó a Francia, donde se volvió a casar y tuvo dos hijas. En 1954 ingresó en el Comité Central del PCE. Entraba esporádicamente en España para reorganizar el partido. Al final, en 1959 se instaló en Madrid compartiendo tareas de responsabilidad con Simón Sánchez Montero y Jorge Semprún, quien consideraba a Grimau como abnegado, aunque un tanto descuidado en la seguridad.
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